– ¿Crees que si me
tirase de aquí me moriría?- preguntó ella asomándose al balcón. Como respuesta solo recibió
su mirada extrañada. Él nunca respondía a ese tipo de preguntas.
–Dudo que muera, -siguió-
estamos en un primer piso. Si estuviéramos en el tercero…Desde aquí lo
peor que podría pasarme sería partirme las piernas. Aunque, bueno, con esta
altura a lo mejor conseguía darle el golpe de gracia y desnucarme. Imposible –negó
con la cabeza– Mi suerte es tan asquerosa que como mucho me dislocaría un
hombro, o tú me pararías antes de que me precipitase al vacío.
–Te pararía. -la interrumpió-
Y si no lo consiguiera, saltaría contigo.
Ahora fue ella la
que se quedó sin palabras. No podía imaginárselo saltando de un balcón detrás suya,
y sin embargo, le parecía la cosa más natural del mundo. Se aferró a él.
– ¿Ves como tengo una suerte asquerosa?
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